VIDA SENCILLA....
¿Qué es llevar una Vida Sencilla?
Tenemos mucho que aprender en la vida, pero primeramente debemos
aprender a vivir. Cuando la vida es sencilla, nuestra conciencia de Dios es
algo tan indispensable como el aire que respiramos. Por ejemplo, cuando el
cuerpo se enferma, queremos sanar; mas cuando la vida es sencilla, la meta es
más grande: permitir que Dios nos revele nuestra plenitud espiritual innata.
Entonces: “Tu sanidad se dejará ver en seguida” (Isaías 85:8). Cuando el
resentimiento o la rabia nos abruman, el asunto no tiene que ver con lo que la
persona nos hizo o dejó de hacer, sino con permitir que Dios nos muestre el
sendero del amor.
Jesús nos dijo:
“Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas” (Mateo 6:33). Este verso es el fundamento de la vida espiritual.
Dios es lo que queremos, y cuando lo encontramos, también hallamos el gozo y la
plenitud. Las cosas que ocurren en nuestras vidas, nuestros recuerdos y posesiones
tienen significado, más, nada es más
importante que nuestra relación con Dios. Cuando vivimos con sencillez, la
experiencia terrenal fluye de nuestra unidad con Dios.
La Fuente divina es el
origen de la vida y de sus muchas experiencias. La vida sencilla es una vida de
oración, más escuchar y esperar que hablar y pedir. Buscamos el reino al buscar
una conciencia de Dios, ya que sabemos que en esta fuente de vida yace la
respuesta de cualquier necesidad humana. Podemos pensar en la oración como una
cita entre Dios y nosotros. Dios, por supuesto, nos conoce bien, más nosotros
sabemos poco acerca de nuestro creador. Hay momentos en los que hablamos al
orar, pero no debemos hacer que nuestro momento de oración sea una letanía de
lo que está ocurriendo en nuestro mundo. Una amistad no puede desarrollarse si
solamente una persona es la que habla y constantemente está pidiendo algo. Las
relaciones personales más significativas surgen cuando escuchamos.
Cuando estamos
sufriendo o tenemos miedo o nos sentimos preocupados por un ser querido, se nos
hace difícil escuchar y esperar. Mas recordemos la promesa: “Los que esperan en
el Señor renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas”
(Isaías 40:31).
Cuando esperamos y
escuchamos, la mente divaga. Ese es el momento para hablar. No para decirle a
un Dios omnisciente acerca de nuestra situación, sino para afirmar nuestra fe
en el Todopoderoso y dócilmente regresar nuestra atención a Dios. Si
necesitamos sanar, que nuestra oración sea: He sido creado a imagen y semejanza de Dios. Soy uno con la vida pura y perfecta de Dios.
No hay enfermedad en mí.
¡Alabado sea Dios! Hablamos de esta manera y esperamos que Dios revele
nuestra salud. Es importante comprender que el enfoque de la oración al vivir
sencillamente es el reino de Dios. Cuando nuestro motivo al pedir y buscar es
profundizar nuestra relación con Dios, recibimos de maneras que transcienden
nuestros deseos terrenales.
La vida sencilla es
una vida que permite, ya que permitir es el modo divino. El modo humano es
controlar y hacer que las cosas ocurran. Rogar, manipular, suplicar, chantajear
y usar la lógica o el sentido de culpabilidad para salirnos con lo nuestro.
La vida es demasiado
misteriosa e inclusiva, los métodos mundanos no pueden ofrecernos la felicidad.
Cuando conocer a Dios se convierte en nuestra meta y oración, podemos dejar ir
y dejar que Dios sea Dios en nuestras vidas. Estamos disponibles para Dios.
Podemos estar seguros de que cuando nuestra conciencia de Dios se manifieste en
nuestro mundo, nos bendecirá y bendecirá a las personas a nuestro alrededor.
La vida sencilla es
una vida de amor. Esta vida de amor es complicada cuando pensamos que no
tenemos amor y que hemos de recibirlo de otra persona. Olvidamos la verdad de
que Dios es amor y que hemos sido creados a Su imagen y semejanza. El amor es
nuestra naturaleza, y para experimentarlo debemos permitir que el esplendor
aprisionado irradie desde nosotros. Por ello es que Jesús nos instó a amarnos
unos a otros. Nadie encuentra el amor buscándolo en otra persona. Hacerlo sólo
complica la vida. Simplificamos nuestra vida cuando estamos más dispuestos a
expresar amor que a recibirlo.
Nos sentimos muy bien
cuando alguien nos dice que nos ama, sin embargo, este amor no se compara con
la experiencia de amor incondicional. Observa a un niño abriendo un regalo el
día de Navidad y verás gran gozo y emoción. Mas observa al mismo niño
atentamente cuando un adulto está abriendo un regalo que este niño preparó.
Puedes ver cómo el amor que proviene del corazón de Dios en él se le escapa por
los ojos.
La vida sencilla es
una vida agradecida. “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo:
¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). Cuando ocurren cosas que nos agradan y damos
gracias, estamos siendo corteses. Más cualquiera puede serlo. Es más, si
nuestro agradecimiento depende de lo que nos ocurra, la vida se convertirá en
una serie de altibajos. La vida sencilla es una vida agradecida porque nuestro
gozo no depende del mundo externo. Nuestro gozo y agradecimiento no provienen
de condiciones, sino que brotan de nuestra relación con Dios.
Imagina cómo sería de
maravillosa la vida si lleváramos con nosotros un sentido de gratitud
constante. El Señor siempre está con nosotros. Si este es el fundamento de
nuestro gozo, entonces este estará tan cerca de nosotros como nuestra
disposición de experimentar la presencia de Dios.
Si perdemos nuestro
gozo temporalmente, sabemos dónde encontrarlo. Además nos daremos cuenta de que
perdimos nuestro gozo porque olvidamos tener presente nuestra unidad con Dios.
Entonces busquemos primeramente el reino de Dios. Dios espera por nosotros. Al
encontrar a Dios, viviremos sencillamente. Nadie sabe lo que guarda el futuro,
mas al entrar en ese misterio, encontraremos todo lo que hemos anhelado.
Anteriormente creíamos que nuestros deseos serían satisfechos en el mundo.
Ahora sabemos que serán satisfechos en Dios.
Comprométete a conocer
a Dios en oración. Permite que el amor fluya de ti. No trates de lograr nada
por ti mismo, más bien deja que Dios sea Dios en tu vida y heredarás la tierra.
Y, finalmente, descubre el gozo en todo. Busca sentir gozo y agradecimiento. Al
hacerlo, aunque las condiciones no parezcan ideales, vivirás con sencillez. No
creas que tu vida se tornará inactiva. Dios pone en acción a todos aquellos que
están dispuestos a seguir Su guía. Algunas personas son bien conocidas en el
mundo, mas la mayoría son personas como tú y yo. Personas sencillas y
tranquilas que han respondido al amor de Dios poniendo la experiencia humana en
perspectiva. A veces, nuestras vidas cotidianas demandan nuestra atención, y
los asuntos se tornan complicados. Mas recordemos siempre volver a Dios, y a la
vida sencilla.
Jim Rosemergy
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