Reactiva tu Poder de Rejuvenecimiento
El cuerpo
dispone de un mecanismo incorporado para reequilibrarse y sanarse a sí mismo.
Está ahí desde los comienzos, cuando se diseñó “la fórmula hombre”. Las nuevas
energías disponibles en la Tierra permiten activarlo y potenciarlo más que
nunca antes en el planeta.
En primer
lugar, recordemos que en esencia somos etéreos, seres de luz. Cuando venimos a
la Tierra, lo hacemos –con objeto de aprender– a través de la encarnación en un
cuerpo que nos permita densificar y ralentizar la energía y la frecuencia
vibratoria para adquirir una mayor y más profunda conciencia de nuestras
experiencias y nuestros pensamientos-sentimientos-acciones (es decir, la
causa-efecto y otros principios universales), ya que en otros reinos la
energía-pensamiento es tan veloz y crea-manifiesta tan rápidamente, que el
aprendizaje no es tan consciente. Por tanto, vivir en la materia no es nuestro
estado natural, de ahí que a veces nos sintamos incómodos e incluso atrapados
en ella.
En nuestras
primeras encarnaciones, cuando recién habíamos adquirido el prototipo “hombre”
final y conseguido un cuerpo más o menos uniforme para todos, nos resultaba
relativamente fácil y rápido rejuvenecer. Todavía hoy existen especies de plantas
y animales que pueden reconstruir sus miembros o extremidades, ya que se trata
de algo inherente a la biología de la Tierra.
En algún
momento, sin embargo, allá por los tiempos de la Atlántida, empezamos a
bloquear ese mecanismo de rejuvenecimiento natural. La Atlántida se caracterizó
por ser una civilización avanzada tecnológicamente, pero también hubo ambición,
poder y manipulación, como ocurre en nuestra sociedad actual. Tal vez esa
capacidad rejuvenecedora fue escondida y desactivada por determinados seres, a
propósito, para que algunos otros humanos no rejuvenecieran. Así, bloqueando la
capacidad e incluso los recuerdos de estos otros humanos sobre cómo
rejuvenecer, dominarían sobre ellos en cierta forma. Es hora ya, pues, de
liberar esa herida ancestral y traer de vuelta el potencial de reequilibrio y
rejuvenecimiento.
En realidad,
no debería resultar difícil, puesto que la capacidad sigue ahí. No se trata de
crear un nuevo mecanismo, sino sólo de reactivar lo que ha estado dormido
durante eones. Y no se trata tampoco de forzar el proceso, sino de salirse de
ese karma ancestral, salirse de la conciencia de masas que nos dice que no es
posible, y volver a creer conscientemente en esa capacidad inherente a nuestra
biología terrestre.
La
investigación científica ayudará a reactivar el mecanismo. Pero existe también
la posibilidad de hacerlo sólo energéticamente, para que las energías
cristalinas que se encuentran en el interior de nuestro cuerpo se reacomoden
apropiadamente. Tal vez no lo consigamos en esta vida, pero definitivamente se
conseguirá antes de alcanzar las tres próximas generaciones. Esa herida atlante
está profundamente grabada en nuestra memoria celular, pero estamos despertando
poco a poco, y somos ya muchos los que estamos trabajando para que los
recuerdos (de lo que realmente somos) se vuelvan nítidos.
Además de esa
desactivación en épocas remotas, se suma la tendencia actual a ser muy
mentales. Los circuitos energéticos se cierran también porque no los
alimentamos apropiadamente con la energía adecuada, la energía espiritual. Y
ésta no viene de la mente. Por tanto, si no atendemos al alma, si no
construimos nuestro espíritu, si concedemos a la mente una preponderancia que
no le corresponde, el mecanismo natural de reparación y reequilibrio se acaba
cerrando por falta de uso. Así que, al trauma ancestral atlante antes
mencionado se le añade la supremacía actual de la mente.
Pero dicho
esto… ¡la capacidad energética de rejuvenecer está ahí! ¿Por qué no intentarlo
ahora, en esta vida? Tarde o temprano el mecanismo se irá reactivando por sí
solo a medida que nos elevamos y nos adentramos en el salto cuántico. Pero el
proceso empieza por comprender que el cuerpo, la biología, realmente DESEA
rejuvenecer y reequilibrarse a sí misma. Está preparada y dispuesta a hacerlo.
Y no necesariamente depende de ayudas externas, es decir, de facilitadores o
terapeutas, aunque éstos pueden ayudar en el proceso liberando resistencias y
moviendo energías.
Una vez
reemplazamos nuestra creencia limitante de que no se puede rejuvenecer por otra
creencia de que no sólo se puede sino que el cuerpo realmente quiere hacerlo
porque te ama y está a tu servicio, el siguiente paso es permitirnos estar en
nuestro “Espacio Seguro”; un espacio en el que nos liberamos de las influencias
externas, el estrés, las preocupaciones, los forcejeos y las negociaciones con
nosotros mismos. Es un estado en el que no hay empuje, no hay fuerza, no hay
presión ni tensión. En esa “Energía Segura” todas las células, moléculas,
átomos y elementos energéticos cristalinos pueden hacer lo que ya saben hacer:
volver al equilibrio.
Si tratamos
de decirle al organismo, desde la mente, que rejuvenezca o se reequilibre, el
cuerpo no sabe de qué estamos hablando, ya que no entiende el lenguaje mental.
Es más, éste va a sentir una fuerza que puede empeorar las cosas. Así, pues, se
trata de sentir la simplicidad y la belleza de estar en un espacio sagrado y
seguro, dejando ir el control en la totalidad del cuerpo, dándole permiso
(auténtico, profundo) para que éste haga el trabajo a su manera. Es energía
pura, y está ahí para nosotros.
Esto lo
podemos ayudar con la respiración abdominal, tal y como explicaba en mi
artículo del mes pasado (véase entrada de marzo de 2014). Tal vez la mejoría no
sea muy perceptible al principio, pero se origina sin duda un proceso que
tendrá efectos importantes. Cuanto más dejemos ir cualquier pensamiento o
creencia que hayamos preestablecido acerca de cómo debería ser la sanación, más
eficiente será la energía que el cuerpo empleará para rejuvenecerse.
Nuestra mente
dudará y entrarán pensamientos de que no es posible, excusas de que tiene que
ser más difícil, de que si fuera tan fácil todos estaríamos fenomenal… Sin duda
aparecerán cuestiones pasadas, de esta vida y de vidas anteriores, que estén
interfiriendo. Tal vez sean resistencias antiguas sobre el merecimiento, viejas
heridas o bloqueos no resueltos. Tal vez nuestro sistema de creencias y
nuestras estructuras mentales se resistan y no quieran aceptar que pueda ser
así de sencillo, que necesitamos sufrir para ganar o que necesitamos de alguien
o algo externo.
Es la mente
la que dice estas cosas. Es natural, ya que es su trabajo dudar de todo. Pero
entonces tomamos de nuevo una respiración profunda y permitimos que el rejuvenecimiento
continúe. No entramos en negociaciones con la mente. Simplemente dejamos que
los pensamientos pululen, pero les podemos decir: “Vale, pero ahora estoy
realmente DISPUESTO y PREPARADO para sanar y rejuvenecer. Y mi biología sabe
cómo hacerlo, así que se lo voy a permitir”.
Ésta es la
forma más pura y natural de sanar. No implica ninguna técnica, salvo sentirse
en ese Espacio Seguro y acompañar ese sentimiento con la respiración. Es tan
sencillo, que muchos no se van a creer que pueda funcionar, ya que estamos
acostumbrados a que todo sea con esfuerzo.
Quiero
insistir en el hecho de que cada célula, cada partícula cristalina de energía
de nuestro organismo, es una mini versión de nosotros mismos. Es como si
imitaran nuestros más profundos sentimientos. Y cuando nos sentimos separados,
cada célula y cada partícula se siente separada también. El cuerpo no es una
unidad separada. Es una versión densificada de nuestra alma. Y lo contiene
todo: todo lo necesario para sanar, rejuvenecerse, ser abundantes y estar
alegres. TODO. Todo ya está ahí. No hay nada afuera, nada en absoluto.
Se trata sólo
de re-conectarse con el campo de energía. En ese campo hay energías
especializadas en todo tipo de ámbitos: sanadoras, nutridoras o de apoyo, las
que trabajan para la abundancia, las que trabajan para las madres que quieren
concebir y dar a luz… Cuanto más nos apartemos del proceso a un nivel mental y
cuanto mayor permiso demos a esas energías y a nuestras células para que
trabajen y se re-comuniquen, más fácil será el proceso.
Autora:
Gema Marcos Garrido
Comentarios
Publicar un comentario