Aceptando el paso del tiempo
Aceptar el paso de los años, y tomar conciencia de
las limitaciones mentales y físicas que vamos observando en nosotros mismos,
convertirnos en observadores de nuestra conducta mental, emocional y física,
para abrirnos a aceptar la ayuda y colaboración de nuestro entorno, aprendiendo
a delegar aspectos personales de la cotidianidad, son actitudes y conductas que se deben asumir
a conciencia, y a partir de la mediana edad, ya que el ser humano con
el transcurrir de los años reafirma y
profundiza esos comportamientos; de esta manera, dichos patrones se irán estableciendo como hábitos
de rutina y al momento de llegar a los “Años Dorados” o al Otoño de nuestras vidas podemos culminar el
atardecer de esos días con PAZ…..y sin generar mucho contratiempo a las
personas que compartan nuestro entorno…..
Todos los seres humanos ansiamos vivir por largo
tiempo, sin embargo es innegable el temor a la vejez, ya que ello implica o
está asociada a enfermedad, deterioro y soledad. Surge entonces la incógnita
¿estamos preparados o nos preparamos para envejecer? Nadie está preparado para
nada, todos aprendemos a tolerar el paso del tiempo, y el tiempo viene asociado
con el envejecimiento y la muerte.
La vida de cada ser depende de sus propios pensamientos
y deseos, nada llega por la suerte o la casualidad. Llegar a esa etapa de la
vida, y terminar en un asilo maltratado, o en casa de algún pariente, como un
inútil, depende de lo que cada cual haya hecho para conseguirlo; es por lo que
cada uno debe ocuparse de prepararse para su vejez. ¿Se quiere estar en manos
de otros? ¿Se quiere pedir una limosna de afecto y ser no solo unos viejos
pobres, sino unos pobres viejos?
Es cierto que no todos llegaremos a viejos, pero
ante esa incertidumbre, es preferible comenzar desde temprano con ciertas
medidas y disciplinas que llegado el momento nos proporcionen una buena calidad
de vida, ya que en la vejez no son solo las neuronas las que se deterioran,
sino algo más importante como son, las relaciones sociales.
Por eso justamente, muchas personas llegado el
momento de jubilarse, pierden gran parte de relaciones, porque tristemente, la
sociedad como tal, nos proporciona una vejez marginal, donde se va apartando a
los “adultos mayores” de los lugares, de amores, de amistades y de la
cotidianidad. Es allí que no se debe permitir que la edad, antes que enturbiar
los días, los llene de color y fantasía; porque no se debe perder la ilusión y
el optimismo, siempre dentro de ciertos parámetros y a conciencia de las limitaciones
del paso del tiempo, sabiendo que la vida es un continuo quehacer, en donde
siempre se puede ayudar, aconsejar, escribir, pintar y producir en todos los
campos del saber, teniendo claro, que la vida es una tarea, una asignatura que
dura hasta el final.
Nervis Nava
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